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28.5.14

Luis Alberto Spinetta

http://www.seimprimelibros.com.ar/spinetta.html
Iustrar un poema es casi siempre una tarea complicada porque, de alguna manera, se trabaja con esencias, y las esencias son volátiles, difíciles de aprehender.
En este caso particular, cuando se trata de canciones que acompañaron a varias generaciones, canciones que vivieron y viven en el imaginario cotidiano e íntimo de tantos, la inhibición se multiplica.
Vi crecer al rock nacional desde su inicio, Luis Alberto Spinetta, Charly Garcia, León Gieco y tantos otros me acompañaron con su música a lo largo de muchos años. Sin saberlo, ellos estaban en mi taller. Seguramente, les debo algunos dibujos.
Cuando me propusieron ilustrar un conjunto de canciones de Spinetta, sentí que si compartíamos el nombre había entre nosotros dos cierta empatía. Tomé eso como un guiño y acepté.
Entonces, comencé a escudriñar cada letra, a mirarla con pupila de ilustrador, y apareció ante mi una constelación luminosa. Como cajas chinas, una dentro de la otra, se fueron revelando las distintas facetas de la cosmovisión del poeta-músico.
Ahí estaban el capitán Beto y los sueños de Artaud. Ahí respiraban, el guerrero, el chamán Castaneda, las enseñanzas de Don Juan, el ying y el yang junto al alma de diamante, el corazón, conciencia emocional que sangra como un durazno.
No sé cuánto puedan aportar mis dibujos a esta música, no pretenden otra cosa que ser un homenaje al espíritu de Spinetta y a todo lo que nos legó.

26.5.14

INFORME SOBRE CIEGOS

Este carbón está en el libro “Informe sobre ciegos” de Ernesto Sábato, Ed. El Zorro Rojo. Todas las ilustraciones las hice con esta técnica, pasé meses con las manos negras mientras dibujaba, en todo lo que tocaba dejaba una huella oscura.
 El carbón es una de las técnicas mas primitivas, seguramente nuestros ancestros lo conocieron y dibujaron en alguna caverna.
 Mirando en perspectiva las herramientas artísticas, en un extremo estaría el carbón y en el otro el Photo-Shop. Aunque podés ser tan actual trabajando con el primero como con el segundo.


17.5.14

ARBOL





Cuando veo a los chicos armando meticulosamente descomunales objetos con sus Legos, no puedo evitar recordar mi empecinado trabajo en este mural recortando pedacitos de azulejos.
 Hace mucho que los árboles son motivo de mi interés, todo el reino vegetal me atrae pero ellos son mis predilectos. Me maravillan esas construcciones que la mejor ingeniería no podría imaginar, cuando se mecen con la brisa manteniendo mágicos equilibrios y encerrando el espacio entre sus aristas.
En estos días de otoño, cuando se limpian de follaje y aparecen las ramas haciendo complejos dibujos en el aire son los inspiradores de dibujos.
Gané algunos enemigos defendiéndolos de serruchos que en nombre de la poda los mutilan sin piedad. Mucha gente les tiene miedo y los desprecian, hablan de “suciedad” invocando a las hojas secas o de raíces invasoras que un día aparecerán por el inodoro y se introducirán en sus entrañas.

Pero me voy por las ramas… solo quería mostrar estas fotos del mural.

2.5.14

ROBERTO ARLT






“Escribí siempre en redacciones estrepitosas, acosado por la obligación de la columna cotidiana. Cuando se tiene algo que decir, se escribe en cualquier parte. Dios o el Diablo están junto a uno dictándole inefables palabras. Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula.”
Alguna vez me sentí reflejado en estas palabras de Roberto Arlt.
Todo lo que escribió está impregnado de eso que llamamos vida.
 Muchas veces, mientras hacía mi “Mambo urbano” miraba a Buenos Aires a través de sus “Aguafuertes porteñas”, también sus personajes siguen visitándome, los encuentro en el abasto, en algún café de San Telmo o en una esquina cualquiera.
 “El jorobadito” es una historia que leí en diferentes épocas de mi vida, y siempre disfruté el humor de sus decires o me dolió la trágica soledad de esos seres.
Cuando ilustré está historia, los dibujos salían solos, parecía que habían estado encerrados en un frasco de tinta y fluían a través de mi pluma. Salieron simples y contundentes, como un “cross a la mandíbula”.